8 de febrero de 2015

Deseo.

Tu deseo. El mío. Ése que se enrosca en las entrañas y no sabe de horas. El que alimenta las ganas y me fuerza a esperarte, por horas.

Tu deseo. El mío. El que deambula por mi cuerpo cuando me llenas, sin dejarse rincón alguno, sin esforzarse siquiera.

Tu deseo. El mío. El que me habita, que llegó sin pagar peaje, porque llegaste sin avisar pero no a la fuerza. Porque nunca te quedas, pero siempre estás.

Tu deseo. El mío. El que me araña por dentro añorándote y, sin embargo, no sangro, me lleno.

Mi deseo. El tuyo. Ése que te susurra mi nombre y te traslada a mi cuerpo.