11 de febrero de 2013

Hablando de sexo

 Puedo pasar temporadas largas sin sexo, me ha pasado más de una vez. Ya sea por falta de ganas (cosa extraña en mí, pero las alteraciones en el estado de ánimo a veces hacen estragos en la libido), por falta de encontrar personal adecuado o porque el entorno no lo propiciaba y me he dejado llevar demasiado por él.
Me fastidia hacerlo, no me gusta dejarme influenciar por el entorno, por las opiniones externas...pero reconozco que lo hago más a menudo de lo que me gustaría reconocer.

Sin embargo, el sexo es una constante importante en mi vida, especialmente de unos pocos años hacia acá. Me gusta hablar de sexo, cosa que no siempre es fácil incluso con tus amigos/as porque todavía para mucha gente es algo demasiado privado, personal y ni siquiera el hablar de sexo en general les hace sentir cómodos. Me gusta hablar de él en serio o simplemente jugar dialécticamente, con y sobre él. La verdad es que me divierte mucho ver que a veces escandalizo a mis contertulios con ello porque me parece algo tan natural y necesario en la vida como comer o dormir.

Como todo en esta vida, cuanto más lo practicas o lo tienes presente en tu vida, más quieres tener. Cuanto más pienso en él, hablo de él y, sobre todo, cuanto más lo practico (ya sea a solas o en compañía), más sexo quiero. En la línea de leer sobre él, me he topado hace poco con Dora y su blog y ahí fue donde me entraron ganas de escribir esta entrada, pero la verdad es que he tenido otro tipo de reflexiones y es que una amiga me decía la otra noche que le daba la impresión de que los antiguos diarios personales que mucha gente escribía, se están transformando en blogs. Tuve que darle la razón, sólo que el hecho de escribir en un blog, acerca de lo que sea, donde abres la puerta para que todo el mundo pueda husmear (aunque haya poca gente en realidad que lo conozca y que sepa tu verdadera identidad) es un acto un poco exhibicionista. Pero si además estás hablando de sexo, me parece que das pie a que se encuentren voyeurs y exhibicionistas. Si estamos llevando las comunicaciones a otro nivel, ¿porqué no elevar también los intercambios relativos a lo sexual a esta otra parcela? No es cibersexo, es asomarse a la ventana que otro te abre y que de otra manera sería imposible.

En otra conversación reciente me apuntaba un conocido que en estos tiempos de crisis no se le ocurría nada más económico y placentero que ese intercambio sexual entre dos personas. Tan sólo se necesita un huequito, un espacio donde estar a solas y dejarse llevar. Tan simple y sencillo como eso. Los famosos dolores de cabeza de las féminas y el resto de comeduras de cabeza que a veces tenemos las mujeres (para esto los hombres son bastante más prácticos y se complican menos la vida...en general) suelen ser intromisiones de nuestro Pepito Grillo particular. Este está alimentado por una educación de años de represión donde el valor de la mujer estaba intrínsecamente ligado a la cantidad, que no calidad, de sus relaciones sexuales, siempre encuadradas fuera del matrimonio.

Al final, más allá de cualquier otra reflexión, vuelvo a lo básico, al sexo en estado puro. Con o sin sentimientos, siempre es un encuentro de dos cuerpos que van acompañados con su dosis de piel, egos, complejos y las experiencias que cada uno lleva consigo. Dependerá de cuánto y cómo se deje llevar cada cual en ese encuentro, así tendrá más o menos calidad en cuanto a disfrutar, divertirse y gozar, que en definitiva es de lo que se trata.


En este instante pienso en cuellos expuestos, con la cabeza alzada y algo ladeada, ojos cerrados, boca entreabierta...todo ello anhelante de mi roce, de mis besos. Pienso en rozar con una y mil cosas diferentes: la yema de los dedos; la punta de mi nariz;  mis labios abiertos recorriendo el terreno; una bola metálica, fría y suave; un cubito de hielo que vaya dejando regueros de agua fría;...y la lista seguiría interminablemente.
¿Puedes imaginártelo tú que me lees?...¿ya le has puesto cara a ese cuello?...¿ya has imaginado qué valles recorrerías a partir de ahí?


2 comentarios:

  1. El sexo como química, como necesidad de uno hacia otro y de ese otro hacia uno. Pueden existir temporadas de sequía sexual pero eso no evita el tener tormentas de deseo en nuestro interior más íntimo. El cerebro actual como megáfono de nuestro pálpito interno, de ese calor que en ocasiones nos aborda y busca, por ridículo que parezca, un calor aún mayor para aliviarlo.
    El sexo es algo tan necesario como recurrente. El sexo forma parte de nuestra manera de entender el mundo. Pensamos en todo aquello que nos hace sentir de verdad y en algún momento aparecerá el sexo.
    Yo recuerdo que cuando he pasado temporadas sin obtener sexo con otra persona- por suerte conmigo mismo suelo no tener problemas- n he pensado en que si algo estaba haciendo mal. De todas formas, a riesgo de crear polémica. Los hombres encontramos más dificultades a la hora tener esas oportunidad es de cama o de camas improvisadas.
    Me alegro que de esas educaciones polvorientas se creen expectativas de vendavales sexuales.

    ResponderEliminar
  2. Una vez más, cuando te leo, veo que hay situaciones que hombres y mujeres vivimos y sentimos de manera diferente en gran parte por esas educaciones polvorientas. Las que a veces nos hemos preguntado si hacíamos algo malo cuando sentíamos que estábamos transgrediendo una regla no escrita (pero sí repetidamente machacada en casa para que pudieras ser una chica "buena") son esas con las que tenéis los hombres menos dificultades (o ninguna en absoluto) para encontrarlas en una cama improvisada. El resto, ya sea que lo deseen o no, se han quedado en el área de chicas buenas y dejan su disfrute para esas situaciones en que está establecido que es correcto dejarse llevar.

    Aunque físicamente es cierto que somos diferentes hombres y mujeres y no me refiero a lo obvio, anatómicamente hablando, creo que lo que más puede distinguirnos en un momento dado es el diferente funcionamiento hormonal, mezclado con la mala educación.

    ResponderEliminar